miércoles, 24 de febrero de 2010

¿Tipos serios? ¡Qué va!

Tiene casi ya tres semanas que ví A Serious Man (2009), por lo que espero la verborrea aquí escupida sea lo más afortunadamente destilado, directo e iluminado de mi tatema 
...
NOT!!!  :P (el día que yo haga un post rápido y concreto será el mismo que Cameron haga una película íntima, independiente y de bajo presupuesto ó que Jarmusch nos entregue la versión live-action de los dinoplativolos, con todo y montaje hiperactivo).

Pues bueno, dejando de hacerme el chistosito debo exclamar: ¡MALDITOS HERMANOS COEN! Uno no más no puede saber a ciencia cierta con que curva te saldrán en cada película nueva de su autoría (pequeña gran ventaja de ser un monstruo-director de dos cabezas)... pero que genial a decir verdad, salí anonadado de la sala.
Más que nada salí desconcertado porque el final fue de...
Así-no-más-y-ya (¿?).

Me costó un par de horas dilusidar qué onda con lo que recién había visto (caray, todavía sigo pensando en ello y queriendo verla otra vez). Y no es porque tenga una trama Lynchesca ó Kaufmaniana, a quienes de plano es inútil tratar de entender por completo a la primera. No. Aquí hay un  nivel de simbolismo y referencia tan sutil en las situaciones rodeando a los personajes que si te dejas engatusar por el humor negro tan característico (y disfrutable) de los hermanos, terminarás por caer en su trampa, quedando vapuleado por la complejidad de su historia en apariencia leve y sencilla.

Para empezar te ponen un prólogo ubicado en un shtetl (además hablado en yiddish) dónde una pareja ortodoxa judía afronta lo que puede o no ser una aparición del folklor hebreo (un dybbuk) a punto de llegar cenar a su casa. Mientras esto sucedía yo pensé haberme equivocado de película  (el tono, el idioma desconocido, el entorno, etc.) hasta que ese humor tan sui generis hizo acto de presencia. Ahí  mismo me dije ¡Oh dios! ¿a dónde demonios va esta película?
De ahí pasamos a los suburbios de Minnesota a finales de los sesenta, donde Larry Gopnik (Michael Stuhlbarg) es, literalmente, examinado por la cámara durante un test médico; paralelamente vemos a un muchacho de 12 años escuchando una radio de transistores mientras finge estudiar la Torá en clase de "catecismo hebreo". De nuevo, yo pensé que era el mismo personaje en un flashback-flashforward bastante interesante (no hay diálogos y el parecido entre los actores era bastante), pero no... el escuincle era Danny, el hijo de Larry. Con esta secuencia me dí cuenta que los carnalitos estos iban a estar mindfuckeándome un buen rato... y la neta me dejé (no había de otra).

Mientras la trama se desenvuelve rutinariamente, poco a poco "admiramos" cómo la vida de Larry se hace cachitos (y digo admiramos porque la mala fortuna de Larry era todo un espectáculo): su hijo ya es un marihuano endeudado, su hija mayor Sarah le roba dinero para operarse su "muy judía nariz", su esposa Judith le pide el divorcio exhigiéndole que hagan una ceremonia oficial de anulamiento para que ella pueda casarse con el amigo viudo de ambos (Sy Abelman, quien además insiste en abrazar a Larry y decirle que todo está bien), su hermano Arthur lleva meses viviendo en su sofá y sólo hace tres cosas: drenarse un quiste graso en el cuello, trabajar en un tratado numerológico-cabalístico y llevar una vida (ilegal) secreta; para colmo Larry es un profesor de matemáticas duras y su ascenso como catedrático se ve amenazado por unas cartas anónimas que lo denigran y un estudiante coreano que trata (muy cagadamente) de sobornarlo para que no lo repruebe. Y bueno, dado que la mente científica no le es suficiente para entender porqué le suceden todas estas cosas, nuestro protagonista busca consejo con tres rabinos (uno muy joven, uno contemporáneo suyo y uno "sabio" y anciano).
Pero eso no le ayuda, de hecho sólo termina por complicar más y más las cosas... 

A nivel cultural siento que ver esta película es como verle la ropa interior a los judíos; es un acercamiento ácido pero no denigrante sobre lo que significa pertenecer al "pueblo escogido" y sufrir las consecuencias de ello (God can be a mysterious bastard sometimes). Y es que los goy no tenemos otra cosa más que los estereotipos de la cultura de masas para conocer a los judíos (si es que no tenemos algún conocido que lo sea) y de cierta forma A Serious Man es el acercamiento más "serio" (con todo y las carcajadas) que yo haya experimentado para con lo que es ser judío. Es pesado (¡gulp!)...
No hay duda que esta es una película muy personal para Joel e Ethan Coen, pues en algún lugar leí que buscaban retratar el entorno en el que crecieron, y sin duda les salió algo  extraordinario (porque eso de las películas personales rara vez termina así), que a su vez podemos catalogar como parte de lo mejor de su filmografía (yo la ubicaría en seguida de Fargo, No Country For Old Men y The Big Lebowsky).

Resalta mucho el trabajo de guión y dirección (¿cuándo no con ellos al mando?) y las actuaciones de virtualmente un cast de actores profesionales no-conocidos, aunque hay un cameo con el que me partí de risa junto con todos los que identificamos al susodicho (pista: también interpreta a un estereotipado judío). El score a cargo de su colaborador constante Carter Burwell también destaca (pero por ser una música que contrasta un buen con la imagen, aunque no desentona, le da un toque curioso) y la siempre espectacular foto de Roger Deakins (uno de mis cinefotógrafos favoritos Y despreciados por la academia).

Sin más, vayan a verla para encontrarse algo muy original (los que no la han visto) o vuelvan a checarla (para tratar de entender qué demonios pasa alrededor de Larry) los que ya... Santana's Abraxas anyone?

lunes, 8 de febrero de 2010

En las nubes (diría yo)...

The story of a man ready to make a connection... Me gusta ese tagline. Es bastante preciso (lo que nos falta a algunos).
Pero antes de comenzar quiero regresarme un poco:
El miércoles pasado estaba de humores extraños (odiosos por no decir otra cosa). Después de refunfuñar sobre muchas cosas fui a comer con un amigo a un lugarcito cerca de la universidad. No pudimos conversar como solemos pues yo andaba de gruñón y él sostenía/arrastraba una conversación por teléfono con alguien a quien trata de olvidar pero no más no puede. Fue incómodo. 
En el camino de regreso al coche lo confronté... Yo andaba molesto porque sabía de antemano que él había estado dolido los últimos días (por la misma razón que incumbe a esa llamada telefónica) y no me había dicho nada por no querer molestarme más con aquella historia de nunca acabar. Le dije que no me importaba la molestia (aunque esto ya llevara un par de años sucediendo), pero en mi opinión ya era momento de que despertara y siguiera adelante... era hora de despegar a una nueva vida, pues no se puede depender de alguien más para ser feliz. Y pues quiero creer que me escuchó...
Y la razón por la que hago este tan alargado preámbulo es que la serendipia hizo una cuasi-epifánica aparición en forma de anti-comedia romántica esa tarde. Ese mismo día fuimos a ver Up In The Air (2009) de Jason Reitman.

Pues resulta que Amor sin escalas (¿qué significa ese título exactamente señores mercadólogos?) trata sobre un hombre que vive "en las nubes"; no necesariamente distraído, sino despegado de cualquier relación humana  que lo ate al suelo (de hecho hace conferencias sobre el tema). Ryan Bingham (George Clooney) trabaja para una empresa que se dedica a despedir gente y, dada la situación ecnómica actual, se la vive volando de ciudad en ciudad "cortando cabezas" mientras acumula millas de viajero para conseguir un récord (aunque más bien, como él mismo menciona, sueltan a la gente al agua y les dicen que naden). En su nomadismo se liga a Alex (Vera Farmiga que está de ¡Wow! se me caen los calzones), quien es literalmente su otro yo, pero en mujer, y con quien decide tener algo meramente 'casual'. Todo pinta bien hasta que su empresa contrata a una recién graduada-super-diligente-y-bastante-anal chavilla llamada Natalie Keener (Ana Kendrick) que propone digitalizar el proceso de despido haciendo obsoleto el estilo de trabajo (y vida) de Ryan. Él no se queda de manos cruzadas y argumentando que Natalie no sabe nada de cómo es despedir a alguien en persona se ve forzado a enseñarle a la novata los secretos de 'su arte' en una especie de road-trip por el cielo y el clima empresarial actual de E.E.U.U. El resto es el arco normal que alguien como Ryan debe cruzar: reconectar con el mundo.

Bueno, pues esta no es una comedia romántica aunque lo parece y la venden como tal. Hay romance, cierto, y hay un poco de comedia (muy buena aunque nunca de abundantes carcajadas) pero también hay drama y bastante melancolía... Es un poco un bicho raro, de ésos que aparentan todo el glamour hollywoodense pero en el fondo son proyectos de alma independiente o indie (por más que me choque la etiqueta de cine indie). Y no es que la alabe por eso, digo era de esperarse al ser una película de Jason Reitman quien nos entregara ese mismo feeling en sus anteriores Juno (2007) y Thank You For Smoking (2005) (las cuales me encantan), pero se agradece que haya propuestas como estas en la cartelera. Sin embargo, algo faltó para que me fascinara completamente...
Veamos:
Excelente guión, buena dirección (aunque me gustaría que Reitman se volviera un poco loco con su lenguaje audiovisual de vez en cuando) y actuaciones muy bien trabajadas: los tres actores solitos valen la pena, sobre todo Kendrick a quien vemos manejar muchas emociones a la vez (nada fácil), resultando en un personaje que al principio como que te cae mal pero luego vas empatizando más y más con su Natalie despojada de inocencia (laboral y emocional). En serio, no puedo creer que esta chica haya salido de CRAP-úsculo, pues pensé que era requerimiento de ése elenco tener el rango actoral de un recorte de cartón... menos mal que no me acordaba de su cara en esa cosa (disque de vampiros), por ello su presencia me pareció algo muy fresco y acertado en Up In The Air. Eso y el soundtrack jazzososo-folkoso-baladoso proveniente del buen gusto del director (¿recuerdan el de Juno? Este es la versión adulta).
Técnicamente modesta, la película no llama la atención por otra cosa (excepto un obvio product placement de los hoteles Hilton y American Airlines), y lo digo porque vi esta película sabiendo de sus nominaciones al oscar (seis en total, entre ellas mejor película, director y actores) y muchos otros premios más, por lo que tal vez me precipito a juzgarla de más cuando digo que el final no me terminó de enganchar.
No sé, tal vez sea porque de cierta forma yo respondía bien a la filosofía de Ryan Bingham, hasta cierto punto (justo como le dije  mi amigo: no puedes depender de alguien para ser feliz), y en esa línea el final no me cautivó ni me hizo recapacitar como a él. Aún así  la película sigue rondando mi cabeza, por lo que he llegado a pensar que debe haber un justo medio con este asunto de andar en las nubes: las relaciones humanas son lo que te permite seguir adelante y encontrar verdadero significado a las cosas pero tampoco debes depender de ellas para sentirte bien o realizado en la vida. Hay que aprender a ver la diferencia y con un film tan bueno como éste, la tarea se facilita.